UNA PUERTA A LAS MINORIAS

Por Fabián Pinzón / Facultad de Derecho

 

Cada día la sociedad busca abrir nuevos espacios en sus conceptos morales sobre los diferentes roles y tipificaciones de ciertos grupos, no al margen de la ley sino al margen de quienes deciden olvidar que los rodean; con el pasar del tiempo crecen y piden de la sociedad una simple aceptación que no traumatice ni a unos ni a otros.

Minorías tales como homosexuales, indígenas, campesinos, negros, desplazados, etc., buscan con afán un espacio de tolerancia, respeto y aceptación donde la discriminación en sus respectivos ordenes de vida no sean el menoscabo ni de los que las conforman ni de ellos hacia las demás, en cierta forma puede ser que a veces se les demuestre gran acogida y esto acepte nuestra moral semi-tradicionalista.

Un poco mas cerca de nuestra sociedad Colombiana, vemos como se entorpecen las relaciones de cambios, su aceptación y participación, siempre los contra y peros, versando sobre estos grupos; nos fijamos simplemente en los lados que pueden denominarse como oscuros, pero todos los tenemos, sin fijarnos en realidad que puede ser tan solo un equivoco y un interés contrario a lo que quieren expresar de fondo, los prejuicios matan y las escalas de grises están al orden del día.

A paso lento, se van abriendo puertas, como siempre fue antes de un orden que desordena más por excesos y omisiones de que no somos unos los que pensamos por todos y todos no pensamos como esos pocos. Distinciones como el blanco y negro se acabaron hace tiempo, el tiempo pasa y la sociedad se reacomoda, se dispone para un futuro promisorio, nuevo y mejor en la medida en que sus preceptos incorpóreos le permitan avanzar, pues en sociedades siempre se procurara la unión, la única y verdadera salida al progreso, al avance de una reestructuración del estado aquel que el hombre inequívocamente creo para su bienestar.

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